
Cuentan quienes te encontraron en aquel río una tarde de septiembre de hace ya cinco años, que no comprendían como un ser tan inocente que ni tan siquiera había abierto los ojos al mundo, hubiese podido ser arrojado a las frías y rocosas aguas de aquel riachuelo con tanta crueldad. Tan vulnerable y tan fuerte a la vez, luchaste por salir adelante y abrirte paso ante la vida y ¡vaya si lo conseguiste!
Al mes ya lucías regordete tu blanco manto de pelo y quienes te cuidaban decidieron ponerte de nombre Neptuno por tu tamaño y por el agua del riachuelo en el que te encontraron.
No se si nos buscates tú, o fuimos nosotros quienes te encontramos, pero fue como un flechazo directo a nuestros corazones que ya andaban buscando aventuras de paternidad.
Nos dijeron que seguramente eras sordo, pero eso no nos detuvo, es más, nos reafirmó porque seguramente este hecho hubiese reducido aún más tus probabilidades de adopción.
Al mes de llegar a casa nos enteramos de la noticia, no ibamos a ser tres, sino cuatro, (además de los gatos) Martín ya estaba en camino. Parece que tu llegada le animó a formar parte de nuestra familia.
Y los meses fueron pasando y mientras mi tripa crecía y crecía tu ibas pasando de cachorro a adolescente con mil y un travesuras que a veces nos desesperaban y a veces nos divertían por partes iguales. El hecho de que fueras sordo nunca fue un impedimento para nuestra comunicación, porque aprendimos contigo que las barreras no existen cuando uno se conecta a los seres que ama desde el corazón.
No estuvimos sólos en está aventura, hubo mucha gente que nos ayudó: La abuelita Elena y su manada de springers y también Jean, nuestro educador.
Elena te acogió y apostó por tí cuando tu vida aún no era garantía y no sabíamos si llegarías a sobrevivir y Jean fue como una bendición porque fue él quien nos enseñó a comprender tu mundo interior.
Y ahora ya eres adulto, “un perro hecho y derecho como diría yo”, fiel, leal y protector, con esa calma y pachorra mastiniana, dispuesto a pasar a la acción en un sólo segundo cuando sientes que estamos en peligro o cuando el entorno no es seguro o favorecedor.
Y sólo lamento una cosa, que la vida sea tan corta para los perros y que los años juntos se pasen tan deprisa por eso vamos contigo a todas partes, porque cada segundo es una vida y cada vida, un regalo de infinito valor.

Te queremos Neptuno.
Tu familia