¡Voy a investigar un poco sobre este asuntillo que me trae por la calle de la amargura!!! (jajajaja) a ver si consigo sacar alguna conclusión.
Miercoles por la tarde. Tu cabeza empieza a maquinar que podéis hacer en familia el fin de semana. Han dado mal tiempo, cosa bastante habitual teniendo en cuenta que es invierno y no vivimos en el Trópico, y las opciones se reducen aún más. Ojalá nieve y así la novedad nos resuelve la papeleta. ¡pues no, nieve no! ¡han dado de nuevo esa asquerosa lluvia que no cesa ni después de tres semanas!
Ya habéis acabado con las películas de la cartelera y Netflix juntas, lleváis dos semanas yendo a merendar chocolate con churros y ya ves algo con forma alargada y rayas y sales corriendo. Y derepente ves la luz al final del túnel… ¿Y si vamos a un parque de bolas? Sí ya sé, esos parques horrorosos que huelen a caca, pedo, culo pis y sudor juntos. Ese hervidero de niños desatados que corren chillando de un lado a otro mientras se lanzan bolas y corren como si no hubiese un mañana, si, esos son. Pero te sacan de un apuro oye y después de todo, nuestro amor de madre goza observando a nuestros cachorros en cualquiera de sus circunstancias donde quiera que vayan.
Incondicionalidad lo llaman.
Ahora que ya te has decidido, sólo queda anunciárselo al padre de la criatura.

Espero que está vez no me ponga una de sus caras mezcla de horror y mezcla resignación. Pero ¿porque leches no disfruta si vamos juntos? ¿Será que se aburre? ¿Será que no nos quiere de verdad y lo que le apetece es irse a hacer derapes con sus amigos?
Esta vez no me voy a amargar si pone esa cara mustia, voy a ser comprensiva o mejor voy a estar centrada en mi y no me voy a confundir con su energia.
- Oye cariño
- Dime amor
- He pensado, que el finde podíamos ir con el niño al parque de bolas
- ( pone la cara esa mezcla resignación mezcla que rollo)
¡Y me vuelvo a enfadar! ¡No puedo evitarlo! ¿os suena? Al volver a casa me he encontrado con una amiga y se lo he comentado. Le sonaba la película cosa que me ha aliviado en parte porque mis argumentos de no me quiere y esas cosas han perdido consistencia. La de la panadería al oirnos nos ha mirado con sonrisa complice y al final nos hemos reído las tres.
Hoy que pese a ser lunes estoy un poco más zen, me he puesto a pensar en porque leches les aburren a los hombres los parques infantiles, de bolas y en general muchas de las actividades infantiles que nos encantan a las mujeres. se me han ocurrido varias cosas:
– Que no hace falta que me remita a la atapuerca para constatar que los hombres no llevan tanto tiempo participando activamente en la crianza de sus hijos.
– Que a las mujeres nos gusta que nos acompañen nuestras parejas, en parte porque las tribus de mujeres son inexistentes en las ciudades y no sentimos solas y en parte porque queremos sentir que ellos participan de forma igualitaria y disfrutan con nosotras de nuestros hijos.
Pero lo que está claro es que estos lugares son territorio de dominación femenina. las mujeres nos movemos como pez en el agua en ellos y campamos a nuestras anchas mientras ellos no saben muy bien que lugar ocupar entre tanta mujer y conversaciones de pañales, teta y rabietas.
No hay más que verlos, en cuanto aparece otro padre despistado por el parque (eso si, siempre con vaso de cerveza en mano) dejan el móvil y se lanzan ojipláticos en su busqueda como si se les hubiese aparecido la mismísima virgen.
A veces pienso que es normal y natural que les parezca un rollo lo que a nosotras nos parece divertido. Nosotras tenemos un vínculo mucho más estrecho con nuestros hijos y lo vivimos desde una profunda identificación y fusión con ellos. Llevamos cientos de años participando en la cotidianidad de nuestros hijos, acompañándolos y los hombres no. No creo que no quieran, sino, no estarían ahí. Creo que necesitan que les guiemos, que les llevemos de la mano, y no estoy hablando de tratarlos como a niños o ineptos, hablo de ser flexibles y empáticas. Hablo de respetar sus ritmos, de dejarles hacerlo a “su manera”, de sustituir la presión por consideración al otro en sus tiempos y en su forma.
Y según lo escribo, me lo digo, bien fuerte y bien clarito.